El bar de las idas y venidas, al que todos recurren cuando no ven clara su salida. Pegatinas consentidas, miradas lascivas edulcoradas con más de una bebida. Suena la música, quizás toque bailar o quedarse a mirar desde el sofá. Mundos paralelos que se eclipsan al compás.
Entre tantos gustos compartidos, se encontraron aquellos dos indefinidos. Ni cómo, ni cuándo, ni dónde… no supieron darle nombre. Tras una búsqueda incansable, por fin el punto en común más deseable: Mañana brindamos con tarta.