La única manera de salir de un túnel es atravesándolo, aunque eso suponga tener que andar en la oscuridad.
A veces, por mucho que lo intentes no hay manera de seguir el túnel; da igual lo que sacrifiques si temes que no va a salir bien, puedes optar por sonreír y conservar la ilusión, pero si la has perdido sabes que es casi imposible recuperarla.
Quien diga que siempre hay una luz al final del túnel, miente. A veces no hay luz, no hay salida… todo se nubla y te inmovilizas ante el miedo.
De repente, tras el silencio, el eco se abre paso… empiezas a reconocer una extraña melodía que se acerca aunque no puedas verla… esa canción que nunca olvidarías llega para devolverte la esperanza.
La música no se para, el ruido recorre los pasillos que se van encendiendo al son del compás… y de pronto una voz cálida que nos invita a seguir adelante: «Bienvenido a la estación, sus trenes le aguardan«.