Dicen que cuando viajamos lo hacemos tres veces: cuando lo planeamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos. Hoy quiero recordar con vosotros mi viaje a Berlín en 2017. Éramos 3 adultos que salimos con vuelo directo desde Sevilla; el billete de ida y vuelta nos costó menos de 100€ y solo facturamos una maleta común porque llevábamos cada uno nuestra maleta de mano individual. Emprendimos el viaje el 26 de enero (jueves) para volver a España el 31 de enero (martes).

Alquilamos un apartamento con balcón y wifi a través de Booking que nos costó 220€ en total. Cuando salimos del aeropuerto, cogimos el cercanías hasta la Estación del Jardín Zoológico de Berlín, comimos por los alrededores y nos pusimos a buscar el apartamento que estaba situado a unos 800 metros de la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm, unos diez minutos andando. Como se nos hizo un poco tarde para contratar un Tour ese día, decidimos acercarnos a un supermercado que teníamos en la esquina para comprar provisiones y dar una vuelta por nuestra cuenta visitando algunos lugares emblemáticos como el centro comercial de Postdamer Platz que por la noche con toda su iluminación parecía más llamativo.
Llegamos hasta la Puerta de Brandenburgo puesto que al día siguiente sería nuestro punto de encuentro para el Free Tour que habíamos reservado online a través de esta web: https://www.neweuropetours.eu/es/sandemans-tours/berlin/tour-gratis-de-berlin/ Un recorrido de 3 horas por algunos de los lugares más emblemáticos de Berlín con un guía español, pasando por el búnker de Hitler que actualmente es un aparcamiento de una zona residencial, el Monumento a los judíos asesinados en Europa, las marcas del muro de Berlín que estaban en el suelo y que nos explicaron que no fue un muro como tal sino una valla de control, el Checkpoint Charlie, la Gendarmenmarkt, el monumento en memoria de la quema de libros de Bebelplatz, etc. El Free Tour consiste en una visita guiada en la que tú pones el precio del recorrido y trabajo del guía, es decir, son las propinas que se dan al final de la visita las que lo pagan. Aprovechamos que estábamos cerca de la Catedral de Berlín para visitar sus alrededores y probar las famosas Currywurst.
Otro día fuimos a visitar el barrio judío (Scheunenviertel) donde la decoración de sus patios destaca notablemente. Cerca de allí se encontraba el callejón del Ampelmann, el muñeco de los semáforos que tiene hasta tienda de merchandising propia.
En el momento de planear nuestro viaje, estuvimos mirando las excursiones que podríamos hacer y una de ellas fue al lugar conmemorativo y museo de Sachsenhausen (el campo de concentración de Oranienburg). Esta excursión la reservamos y pagamos antes de llegar a Berlín a través de Civitatis; nos costó 14,20€ por persona. El punto de encuentro con la guía era en Alexanderplatz y de ahí cogeríamos el tren hasta Oranienburg. La verdad que fue una visita que nos impresionó mucho, porque al salir de la pequeña estación te encuentras con un barrio residencial totalmente ajeno a lo que fuimos a visitar.
Cuando entramos en aquel lugar nos sorprendió la inmensidad de aquello, había un gran bosque y algunas casas antes de cruzar la valla del campo, una de ellas estaba justo enfrente y era de color verde, nos contaron que a aquella casa la llamaban el monstruo verde, porque era el casino donde iban a jugar los soldados por la noche y en el que tenían que servir algunos prisioneros del campo. Cruzamos la valla en la que estaba escrito «Arbeit macht frei» (el trabajo te libera) y entramos en el campo como tal. Una sensación de frío y silencio te recorren por el cuerpo al admirar todo aquello y pensar en todo lo que se vivió allí…
Otra mañana la dedicamos a visitar la Isla de los Museos y en concreto el Museo del Pérgamo y el Neues Museum, donde se encuentra el busto de Nefertiti. En aquella sala donde se encuentra no permiten hacer ningún tipo de fotografía y visto en persona la verdad es que merece la pena la visita.
Algunos otros sitios que visitamos a lo largo de esos días fueron la East Side Gallery (los famososo grafitis del muro de Berlín), la Columna de la Victoria ubicada en el parque Tiergarten, la Estatua de San Jorge y el dragón junto con la Iglesia Nikolai en el barrio de San Nicolás, el reloj mundial de la Plaza Alexanderplatz, etc.
Finalmente, nuestra última visita reservada online el día anterior fue a la cúpula del Parlamento de Berlín (Reichstag) donde pudimos divisar la ciudad de noche toda iluminada.
Recuerdo el frío que pasamos a pesar de llevar bastante ropa de abrigo; una mañana esperando al metro nos dio por mirar la temperatura y hacía -4ºC pero la sensación térmica era aún más baja, se te calaban hasta los huesos, así que si tenéis la intención de viajar a Berlín por esas fechas, id bien abrigados.
La anécdota del wifi es algo curiosa porque a pesar de tener las claves y todo, no conseguíamos encontrar la conexión en el apartamento, pero la última noche, decidimos darnos un pequeño homenaje y organizamos un pequeño picnic en la zona de la entrada del apartamento, enfrente de la cocina, y de repente nos llegó la cobertura wifi del apartamento. Estábamos respondiendo a nuestros allegados enviando fotos del viaje cuando una pequeña visita a la cocina iba a hacer que saltáramos como un resorte… ¡¡estaba nevando!! Corriendo salimos al balcón a inmortalizar el momento, era la primera vez que veíamos nevar en persona y nos había tocado en Berlín. La estampa era preciosa, pero lo fue aún más al día siguiente cuando teníamos que dejar el apartamento y emprender nuestro viaje de vuelta hasta el aeropuerto. Las imágenes parecían sacadas de una película: las vías del tren que pasaban por mitad de los bosques todas nevadas.
