Me dejé

Dejé de jugar a fútbol porque la gente lo veía como un deporte de chicos y mis amigas no le encontraban interés salvo una de ellas con la que a veces pasaba el balón, pero esa rutina se fue perdiendo y cambiando por otros deportes «más femeninos» o más atractivos para el resto como el voleibol o las palas en la playa. 

Dejé de hacer gracietas 24/7 en modo vacile porque alguien se hartó y le cogí con el cable cruzado cuando me soltó: «ya está, illa (…) tú siempre igual».

Dejé de juntarme con personas por otras personas.

Dejé de compartir lo que me gustaba porque a otra gente le saturaba.

Dejé de disfrutar cuando salía porque la responsabilidad caía encima mía y ponía el freno de mano.

Dejé de pensar que podía volar cuando me di cuenta de que mis alas estaban en un palacio de cristal.

Dejé partir al amor para no crear lazos emocionales con nadie y acabé atándome al recuerdo. 

[…]

Ahora que estoy aquí mirando al techo entre estas cuatro paredes maltrechas, me doy cuenta de que no dejé esas cosas, me dejé a mí misma al evitar continuar con lo que me hacía feliz anteponiendo el bienestar de otros a mi propia felicidad.

¡¿Y qué hago?!

Si el tiempo es una de las cosas que ya no vuelve jamás… ¿Cómo recupero todos esos momentos? ¿Cómo enmendar los errores y hallar la paz interior?

Tal vez ya sea hora de conectar los auriculares a mi corazón y escucharme a mí misma, hacer caso omiso a lo que en el pasado le restó credibilidad a mi raciocinio y empezar a poner mi verdad sobre la mesa. Construyendo desde abajo, pero firme. Y aunque intenten tambalear las piezas, moverlas de lugar, haré todo lo posible para que esta nueva torre no puedan destrozar.

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Micromomentos #6

¿Y qué si tiene fecha de caducidad? Si lo que vivimos en esta burbuja es ahora nuestra realidad. Sin reloj y al compás de mis latidos, te fuiste metiendo sin hacer ruido. De igual a igual… pero yo siempre quise más.

He aprendido quién soy caminando de tu mano, no he perdido el tiempo por mucho que me digan, ha sido la mejor inversión de mi vida. Me dan igual los kilómetros, las distancias compartidas, los silencios que gritan bienvenida, los rostros que te nombran siempre a medias dividida…

En cada estación una nueva despedida.

Rutina

Se acabó el encontrar aparcamiento fácil y rápido en la ciudad.

El ir a comprar al supermercado sin estar abarrotado.

Ya no disfrutaremos sin preocupaciones de los bares.

Las fotografías de este verano parecen un espejismo en nuestros álbumes de fotos o tarjetas de memoria.

Canciones de despedida con sabor natural o brisa marina.

Ir por la vida sin reloj sin prisas ni control.

[…]

Vuelves,

Vuelves a despertarme cada mañana, el azar de mis pisadas decidirá la jornada.

El ruido que todo ensordece.

Reencuentros que sanan las heridas de aquellas despedidas.

Ilusión que ilumina el camino que aún nos queda por construir.

Y aún me pregunto si tu vuelta me gusta.

¿Por qué me perturbará tanto que te nombren?

Si tú guías las riendas de mi disparatada vida.

Eres necesaria para encontrar el norte

cuando no paro de soñar con el sur.

Aún me quedan promesas incumplidas,

bocetos que dibujan mis días e ideas compartidas.

No quiero ser noche sin luz,

juzgué sin creer lo que son;

enciende mi caos y perdóname tú.